visito el lugar donde descansa lo que fue el cuerpo de mi padre
en el primer piso y hacia la mitad de una larga galería
que da sobre las copas de unos pinos
segunda fila contando desde abajo hacia arriba
está ubicado su nicho
una foto sobre la lápida de mármol gris
muestra su rostro pícaro y rozagante
me mira y parece a punto de contarme su último chiste
yo sé que él ya no está allí
vengo desde muy lejos sólo para pararme frente a su lápida
y provocar la máxima conexión entre su recuerdo y mi memoria
entre mi memoria y su recuerdo
lo que fue y lo que es en lo que soy
todo apretado en un solo punto de mi ser
así
a medida que voy acercándome a ese lugar
puedo sentir en un lento y sutil increscendo
cómo me invade y me llena ese hombre
hasta hacerme comprender su pérdida y su leve y real existencia
para eso están sus huesos allí
a cincuenta centímetros de los míos y de mi carne
detrás de la lápida con su nombre
sus fechas de principio y final
su foto
para mezclarnos
para meterse en mí y yo en él
para que seamos uno solo el tiempo que permanezco allí
parado frente a esa piedra gris
aspiramos juntos el aire de la mañana cargado de pinos y mareas
y escuchamos largo rato el silencio alborotado de tanto en tanto
por unos gorriones que juegan a las escondidas
entre ángeles y cruces
sentimos caer por nuestras mejillas
unas espesas tibias lágrimas
y nos sonreímos cómplices en todo
al cabo decido irme
y a cada paso que doy alejándome
dulcemente me vacío de él
y él dulcemente me abandona
a la vez que se queda conmigo
muy dentro mío pero ya fuera de mis moléculas
acomodándose risueño y perezoso entre ellas
obligándome ahora a ya no ser él
a ser otro
a ser su hijo y él mi padre
para dejarme vivir y vivir en mí
y acompañarme a donde sea hasta el final
para eso están sus huesos allí
para eso sirven las tumbas de todos nuestros muertos
me subo a mi Torino 380W del 73
blanco marfil y ultrajante propulsión a gas para viajes largos
y me dispongo a regresar a mi punto de partida
pensándolo bien
a alejarme de mi punto de partida
me despido de mi madre y de mi hermano
y cruzo la provincia abandonado de mí mismo
torpe y despreocupado
medio sordo y miope
lento leve
diluido
me oigo mal asordinado
lejano
me veo borroso
me toco penetrable impalpable
por oleadas
me llega un indefinible placer apenas perceptible
mareado puedo sentir
cómo se me acerca reptando un miedo sutil aterciopelado
inofensivo y ajeno
como cuando fumo mi primer cigarrillo del día
en ayunas
mi automóvil me rodea
sacudo la cabeza
apartando recuerdos que se filtran en el ruido del motor
y en el olor a orín de zorrino
que flota en el aire del turbio atardecer
cuando al fin uno de ellos
un recuerdo
un recuerdo zorrino
gana mis espaldas
y
polvo serás maldito
el viento mueve los enormes eucaliptus
y las hojas caen dentro del aparato
sobre el pájaro
ocultándolo por un momento
un momento incontrolable
salvaje irrepetible
un momento
el pequeño verdugo parece hipnotizado
en manos de alguien o algo
acomoda las hojas armando una pequeña mortaja
y acciona la manivela haciendo girar los cilindros dentados
de la máquina desgranadora de maíz
en el silencio de la tarde
se escuchan crujir los pequeños huesos del animal
hola
cómo me veo desde allí abajo?
primero las patitas luego la panza y las alitas la cabeza
cómo fue que te posaste en esa rama
justo en el momento que recorría la arboleda
a través de la mirilla de mi extraordinario rifle
de aire comprimido 5 y medio?
qué hacías allí tan puntual e indefenso?
cómo pretendiste salir vivo de ésta animal estúpido?
tac!
Flash back y todo vuelve a comenzar
el pájaro cae sobre un colchón de hojas y alquitrán
volá! volá ahora pequeño hijo de puta!
qué hacés que no volás! saltá! cantá...!
el arma me cruza el pecho
recojo el cuerpo del animal y otra vez
giran los cilindros dentados y se lo comen
el cachito de vida explota en un liquido
un líquido marrón
ni rojo
la milenaria máquina de volar
un juguito marrón con olor a eucaliptus
suenan los huesitos que se rompen
las alitas que se quiebran
y Daniel a tomar la leche!...
una pastita marrón de la pequeña máquina de volar
detengo mi Torino en la banquina
y me hecho una flor de meada con olor a naranjas
respiro con profundidad y pasa el tiempo
sigo mi camino me aferro al volante y quién sabe cómo ni cuándo
me despierto en un tren vacío
que corre a una enorme velocidad a través de un campo nocturno
iluminado aquí y allá por luces teatrales
que cuelgan de un cielo bajo y despintado
busco a mis padres y ya no están a mi lado
desesperado corro por los vagones
y el tren que marcha imperturbable
a punto de descarrilar en cada curva
de pronto aparecen al final del último vagón
con sus brazos abiertos y mirando más allá de mí
el ruido ensordecedor me impide escuchar
lo que con un infinito esfuerzo pretenden decirme
yo quiero alcanzarlos quiero abrazarlos
pero los fuelles que unen cada vagón se abren se abren
y dejan ver las vías brillando retorciéndose por la velocidad
impidiéndome el paso
me largo a llorar desesperado
hasta que al fin tomo coraje y cruzo de un salto
imposible soñado
caigo entre las ruedas y me quedo allí
paradito en medio de ese campo de fantasía
sin un solo rasguño
mirando el tren que se aleja
y ellos mis padres en el furgón de cola
con sus brazos abiertos hacia mí
sin mí
sonríen estúpidamente
resignados
como si todo eso fuese inevitable
peor
necesario
muerdo la banquina
me despierto y saboreo un gusto a tabaco y asfalto en mi boca
parece que he llegado
al fin
paso a mi fiel amigo a nafta
y me lo agradece con una leve presión en mi espalda
ya estoy en mi nueva ciudad
pero no quiero ir aún a mi casa vacía
prefiero dar un largo paseo por ahí
despresurizar mi mente pensar en nada de nada
parar
parar de una buena vez parar
busco una playa apartada y me detengo a mirar el mar
el frío es muy intenso y la oscuridad casi total
cierro los ojos y me ordeno
pensar en nada
pensar en nada
pensar en nada
dejo que el ruido de las olas al ir y venir
inunden mi cuerpo y mi mente
mis sentidos se encargarán de adormecerme
mientras simplemente dejo transcurrir los minutos
ahí voy otra vez
pienso que
menos mal que me puse los calzoncillos largos de algodón
porque de lo contrario
me estaría congelando los huevos en este mismo instante
abro los ojos y me siento un perfecto idiota
sin la menor fuerza de concentración
lo intento una vez más
ahí vamos
el mar y yo
cuerpo a cuerpo
me imagino flotando a la deriva
cara al cielo
iluminado por la luz tenue de algunas estrellas
que logran penetrar el manto de nubes negras
que comienza a velar la noche
siento entonces cómo un ser viscoso roza mi espalda
y calculo
por el tiempo que tarda en darme su involuntaria caricia
que el monstruo marino debe medir al menos
unos dos o tres metros de longitud
me levanto horrorizado de mi cama de agua y desesperadamente
comienzo a correr a los saltos y agitando los brazos
hasta caer en la playa
extenuado y con el corazón a punto de salírseme por la boca
perdiendo toda la elegancia y el glamour
que identifican al hombre melancólico y solitario
mi cabeza está a punto de estallar por los aires
me largo de allí
se me ocurre
que sería una buena idea establecer contacto visual
con la multitud que a esa hora inunda el centro de la ciudad
el hecho de enfrentarme con miles de rostros desconocidos
logrará mi objetivo de pensar en nada
para mantener mis pedazos unidos a alguna membrana
una membrana que flote lo más cerca posible de mi cuerpo
nadie conoce las instrucciones de mi armado
sólo yo
me cruzo con Marilyn orgullosa del brazo de Groucho Marx
Ringo Bonavena pasa canchereando en un Torino 380W
igual al mío
Angel Magaña y Pedrito Quartucci compran cigarrillos en un kiosco
y Marlon Brando cruza la calle sin mirar
puteando a un tipo que le toca bocina
Edmundo Rivero y Troilo se suben al taxi de Rogelio
y a unos metros Chet Baker discute con un imbécil seguramente
mis abuelos le preguntan a Picasso
que está mirando vidrieras
que de qué parte de Málaga es usted señor
y Angelito Labruna, Fangio y el gordo Soriano
en la entrada de un cine
se ríen de algo que les cuenta Pepe Biondi
Humprhy Boghart
Jacques Brel
mi tío Bocha
y Luca Prodan
le dicen barbaridades a las mujeres que pasan por allí
el flaco Maggini
sentado en el borde de una chimenea
mira fascinado el bajo cielo de tormenta
y en un café
está boludeando mi viejo con sus amigos
y es una risa
una maravillosa y dulce risa ver
como el vermouth le corre por el cuerpo
y se le sale por el dedo gordo del pie
me alejo del gentío y pienso
que lo antes posible debería comenzar a creer en algo
no sé
cualquier cosa
como para ir escapándole a esta angustia
de saber que no volveré a ver jamás
pero jamás en la puta vida
a mis muertos queridos
y además
para tranquilizarme un poco
en la espera que todo esto y todo aquello siga en algún otro lado
parecido mejor
una mágica baraja salvadora de mil caras
mil sonrisas mil caricias
mil voces siempre a mano en el bolsillo interno de mi saco
del lado del corazón
paso por el bar y me encuentro con todos los reos
el negro Ortiz, Juancito Aguilar, Cristian Diez y el vasquito Recalde, Rodríguez, Quinteros, el Pocho, Riqui, el Coco y Martín, el negro Genchi, el Ruli y el Chiquito Costa, Jorge y Rubén, Omar, el Pitufo y Pedro más vivos que nunca viendo pasar la vida
me invitan una copa y yo les digo que no
que con vagos no me junto
nos cagamos de risa
y me termino metiendo entre pecho y espalda
un buen vaso de ginebra Llave que me abre en dos y luego otro y otro más qué joder
hablamos puteamos mentimos cantamos
les digo chau vagos de mierda me voy para casa
y me voy para casa
con suavidad llego
me quito la ropa y me meto en la cama
doy vueltas y más vueltas
y con cada nueva posición de mi cuerpo
salto en paracaídas cruzo charcos
pateo tiros libres perfectos al ángulo o bailo rumba
al fin
me quedo dormido
y caigo
en el canal Maldonado de mi viejo barrio
las aguas aceitosas y oscuras
me arrastran con furia
y yo como si tal cosa
otra vez esta manía de flotar
de pronto
aparece de la nada una enorme pared de ladrillos rojos
manchados de hollín y un cartel de neón que dice
“Hoy, última función. No se cobra derecho de espectáculo”
a punto de estrellarme
me despierto empapado en sudor
riéndome de mí mismo a carcajada limpia
me visto y salgo otra vez a la calle
el Torino me lleva de regreso al bar de Matías
silencioso
desierto
sabio
y
entonces
ahora sí
paso a paso y mano a mano
me desmorono prolijamente
pieza por pieza
moviendo mi alma
para que caigan una tras otra
en el inquieto centro de mi ser
hasta quedar reducido
a nada
el sudor de mi vaso de whisky
sobre la querida mesa
blanco final
www.myspace.com/wwwmyspacecomdanielrobles
Pensar en nada
Mis guitarras y yo
La comparación entre guitarra y mujer es una injusta y torpe metáfora a la que suelen recurrir dudosos románticos de escasa imaginación. Una guitarra no se parece en nada a una mujer, a menos que a uno le agraden las mujeres con entrada única protegida por amenazadora reja de acero flexible. Para empezar, tengo varias y ninguna se queja. Hablo de guitarras, claro. Son relativamente fáciles de afinar y, en cualquier lugar, por inhóspito que éste sea y bajo cualquier circunstancia, siempre se las puede hacer sonar con idéntico y satisfactorio resultado. Una guitarra se mantiene guitarra y no se transforma con el paso de los años en un violoncello y luego en un contrabajo.
Las guitarras me obedecen. Cuando miento o exagero, se divierten conmigo y me siguen la corriente a carcajada limpia. Cuando soy sutil y delicado, ellas son dulces, comprensivas y pacientes y en lo mejor de una bella variación no me fastidian con la cuenta de luz o de gas.
A mi guitarra preferida, que la tengo, hace años que no le cambio su gastada funda de cuerina negra y sin embargo sigue siendo la más elegante y glamorosa de todas. Cuando la veo y la escucho en brazos de otros hombres, me muero de amor y de celos, pero sé, íntimamente, que no se entrega a ellos como lo hace conmigo. Nunca, pero nunca la he olvidado en un bar y jamás he sentido deseos de estrellarla contra una pared. Definitivamente una guitarra es lo que es: una maravillosa y mágica comunión de madera y cuerda.
Yo las amo así, tan parecidas a una mujer perfecta.
www.myspace.com/wwwmyspacecomdanielrobles
Sobre un Diario Intimo y un decálogo para cantores
El siguiente texto es parte de un maltratado aunque no muy viejo diario íntimo, que encontré tirado (ambos, el diario y yo) sobre la vereda del mítico cabaret “El tiburón” de Ingeniero White en una de aquellas salvajes noches de ronda.
Lo firma un tal Pichón Lavignasse.
Por lo que se ve, músico y poeta el hombre, y seguramente, a juzgar por su lúcido decálogo que transcribo al final, también cantor. O todo eso junto. Lamentablemente, en ese diario no hay registro alguno de su supuesta obra o de parte de ella. He buscado su rastro, pero nadie sabe de él.
Hago mías sus palabras.
D.R
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Podríamos decir que la matriz de mi música y mi poesía es el tango. Podríamos decir también que cuando me desperezo y me desmadro, hago otra cosa, un bello y condenado engendro que patea y muerde cuando se lo quiere meter en caja.
Inclasificable, dicen los que me quieren.
No diré lo que dicen los otros.
Pero hablemos de Tango.
Aseguro yo que el Tango no ha muerto como pretenden sus eternos viudos y viudas, esos que lloran su muerte a medida que desaparecen sus cantantes, poetas o músicos favoritos. Para esta gente y muy a su pesar, les traigo muy malas noticias: les comunico, yo, el Pichón Lavignasse, que el Tango está bien vivo y coleando, claro que no habita en el lugar que le han reservado los gurúes de su reencarnación.
El luto me queda mal y tal vez sea por esa simple y mezquina razón que jamás seré uno de sus deudos. Es más, así como me ven, soy su pretendiente más amoroso y ardiente y no pierdo oportunidad de fecundarlo, a veces en contra de su voluntad cada vez que…(Aquí la tinta corrida y algún borrón torna ilegible este parte del manifiesto)
Sigue…
Se muy bien que en esta milonga tengo reservada a la más fea, ahí, esperando sentadita en un rincón. Y por supuesto que le haré el honor, qué joder, que acá hay para todas y además terminan siendo las más dulces y agradecidas, pero les confieso que también quiero apretarme aunque más no sea por una noche a la rubia Mirella sin tener que preocuparme en eliminar al guapo Rivera, que chamuya como los dioses, pero es sordo, está enfermo de celos y labura de director artístico en un sello discográfico, o sin tener que andar vigilando de reojo entre beso y franela a sus alcahuetes de turno, críticos y programadores musicales todos ellos.
Sólo busco un poco de paz y de diversión.
Mientras tanto, trato de escaparle a los amaneramientos, afectaciones y clichés típicos que le han adosado al Tango y por eso, en este sencillo y emotivo acto, yo, el Pichón Lavignasse, declaro que:
Estoy harto de la nostalgia paralizante que exudan los paisajes físicos y emocionales desaparecidos hace rato ya y sin remedio.
Estoy harto de los metafísicos peluquines ninjas de los cantantes de zapatos de charol con el juanete cuarteado de tanto sostener esa nota que te romperá los tímpanos y te hará explotar en las manos el vaso de whisky.
Harto de los músicos que se sientan a revolucionar el Tango al grito histérico y pelado de “maten al cantor”
(Por otra parte… cara de qué pone un tipo que se sienta a revolucionar el Tango?)
Harto de los bailarines que solo quieren mover sus cuerpos al ritmo de una música eternamente fotocopiada.
Estoy harto (y tal vez especialmente harto) de los rockers que se avivaron que ya no garpa la campera de cuero ni las canciones-consejo de vida onda tu mente-mi mente y entonces le dan al tango en el hígado porque… ¨sabés lo qué pasa loco? El tango es la música que acunó mi infancia viste…¨
El tango es grande y generoso y yo no soy quién para picarle el boleto a nadie pero tampoco permitiré que me quieran arrojar por la ventanilla.
De modo que en medio de este insólito y maloliente apretujamiento, digo, con serena media voz:
Ni el canto desgarrado al adoquín perdido, ni la oda pretenciosa y altanera al mouse y al transplante de rostro.
Ni tango satelital ni tango a galena.
Ni tango-crónica ni Sci-Fi tango.
Ni las veredas que yo pisé ni los anillos de Saturno.
Y nada más.
Cualquier problema, yo, el Pichón Lavignasse, turbio y arisco, los espero en la esquina.
Decálogo para un cantante de tango (Por el Pichón Lavignasse)
1. Un cantante de tango deberá afinar.
2. Un cantante de tango deberá interpretar las letras cantándolas.
3. Un cantante de tango deberá desencadenar una pequeña tragedia con todos sus elementos en cada canción.
4. Un cantante de tango nunca olvidará que un tango dura lo que dura más tres segundos antes y tres segundos después.
5. Un cantante de tango deberá ser carnívoro.
6. Un cantante de tango deberá tener sonrisa y mirada de fin de fiesta.
7. Un cantante de tango deberá comprender que su voz y su gestualidad son únicas e intransferibles. Deberá descubrirlas y expresarlas con mesura. Menos es más, siempre.
8. En el escenario un cantante de tango deberá cincelar su autenticidad con el cincel del farsante.
9. Existen dos clases de cantantes de tango. Los yernos que toda suegra quisiera tener y los del tipo:¨Nena, ese hombre no te conviene¨.
Un cantante de tango deberá pertenecer a esta última especie.
10. Cuando al realizar un trámite o al participar en una conversación entre desconocidos, alguien le pregunte por su profesión, deberá responder, sin vergüenza ni orgullo: ¨Cantor¨
http://youtube.com/watch?v=MTPsisxVy_E
www.myspace.com/wwwmyspacecomdanielrobles