El Carpintero Rojo

En un viejo diario, leo la noticia sobre la muerte del hombre que había sido, según aseguran, El Caballero Rojo, legendario luchador de catch y héroe de mi infancia. En esa nota se revelaban además sus últimas palabras, dirigidas a la mujer que estaba a su lado en el momento de expirar, su mujer.
“Hoy estás más linda que nunca, abrazáme fuerte”, dicen que dijo.
Cosas de la vida, ese mismo día, por la tarde, veo estacionada por ahí una destartalada rastrojera roja con un cartel pintado a mano sobre una de sus puertas promocionando el oficio y la fantasía de su dueño: “El Carpintero Rojo”. Una dirección y un teléfono.
Por alguna razón decidí que necesitaba urgentemente un mueble donde acomodar algunos libros que, hacía unos días nomás, había liberado del cautiverio al que los había sometido mi ex mujer durante quince años.
En vano esperé en mi auto durante más de una hora la aparición del carpintero rojo pero ya tenía su dirección de todos modos. Iría a visitarlo.
Al otro día, muy temprano, toco a su puerta y aparece un hombre diminuto, gordito y pelado, escarbadiente colgando de su labio inferior y cara de turro.
Me dice que qué quiero y yo le pregunto, tentado de la risa si él es el carpintero rojo, el verdadero carpintero rojo.
El pequeño hombre, confundido, me mira reir y se le cae el escarbadiente de su boca y yo me río aún más y el tipo me dice pero qué mierda te pasa pedazo de pelotudo y yo le pido disculpas pero no puedo dejar de mirarlo y de reirme hasta doblarme en dos y escucho que me grita rajá de acá loco de mierda o te recontracago a trompadas y yo me alejo unos pasos por las dudas sin dejar de mirarlo ni de reirme y entonces, por detrás suyo, aparece una mujer con forma de pelota y cara de perro pequinés que le pregunta qué es lo que pasa querido y ahí sí, ahí sí estallo en una carcajada feroz y alcanzo a decir: “pero hoy estás más linda que nunca querida, abrazáme fuerte”, y me tengo que agarrar de un árbol para no caerme al piso. Entonces salen los vecinos de sus casas para ver qué es lo que está pasando y sin poder parar de reir me pregunto por qué estoy allí, en ese barrio apartado, a esa hora de la maldita mañana riéndome de esa pobre gente, de esa mujer y del pequeño frustrado héroe de catch que, al fin, hinchado las pelotas, me toma por el cuello, me practica una terrible doble Nelson y me arroja de espaldas sobre la vereda de tierra mientras la pelota de grasa, arrodillada a mi lado y en un sincronizado movimiento con el de su marido, golpea el piso junto a mi cara tres veces con la regordeta palma de su mano derecha decretando la victoria de su carpintero rojo que me suelta y, orgulloso y altanero, las enormes fosas nasales dilatadas, arqueando su boca hacia abajo y desafiando a todos con pequeños golpes de mentón, se pone a caminar con sus piernitas muy abiertas alrededor de un ring imaginario, golpeándose el pecho y levantando sus musculosos bracitos. Los vecinos gritan y festejan enardecidos la victoria de su héroe y veo cómo se alejan llevándolo en andas por el barrio.
Yo me quedo ahí tirado, con la espalda a la miseria, masticando el polvo de la derrota y llorando de la risa.

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Mariposas en hombres de hierro

sentado frente a la ventana miro caer la lluvia
que no para desde hace por lo menos cinco días
el intenso resplandor provocado por el cielo gris
llega herido de muerte a la habitación luego de atravesar
el laberinto de paredes y callejones que encajonan el edificio deforme
mi brazo izquierdo cuelga a un costado del sillón
y mis nudillos rozan el piso de madera
mi otra mano descansa sobre mi muslo derecho
que debo frotar con fuerza de tanto en tanto
para calmar las puntadas que la humedad
me provoca en los huesos unidos por clavos de metal
hace horas que permanezco en esta posición y cualquiera que entrase
a la habitación en penumbras y se quedara un rato contemplándome
me daría por muerto aún si me viera frotándome la pierna dolorida
las paredes manchadas por la humedad se unen en un punto
situado a tres o cuatro metros por encima de mi cabeza
los muebles se curvaron hace tiempo
adaptándose perfectamente al crecimiento caprichoso de las paredes
mis libros se han caído hace unos días de la biblioteca
y se han desplazado poco a poco por la pendiente del piso
hacia un nuevo rincón que ahora está junto a mi pie derecho
yo mismo tengo en este momento las rodillas apoyadas
contra la pared que sostiene la ventana
y de mantenerme tan quieto
mi frente quedará aplastada contra el vidrio y quizás
caiga con sillón y todo hacia el patio interno al que da la habitación
tal vez algún extraño podría dar la voz de alarma
sorprendido por la deformidad de las cosas
pero por alguna razón nadie parece encontrar absurdo
este orden burlado
una vez aquí dentro todo toma una lógica de hierro
que se desplaza a donde uno dirige la mirada
engañando los sentidos
estoy tan solo en la casa que se retuerce y gime
me levanto al fin y muevo mi sillón enfrentándolo al televisor
lo enciendo y vuelvo a mi lugar
este cuerpo mío
como la casa
también está en equilibrio inestable y a cada movimiento
parece desarmarse dejando a su paso algún órgano olvidado
como si le costase contener lo que lleva dentro
en la pantalla un hombre sobre un fondo negro dice
este programa se llamará Hombres de Hierro y tal vez se pregunten ustedes el por qué de este nombre y sobre qué tratarán esta serie de capítulos que estamos presentando una vez escuché decir a un crítico literario sobre un escritor muy conocido y respetado que el autor en cuestión antes de ser célebre había sido un oscuro y gris empleado de correo esta teoría social de los hombres grises debajo y los brillantes e iluminados por encima primero me causó sorpresa y luego un profundo disgusto...
el hombre del televisor hace un silencio estratégico
y mira hacia otra de las cámaras
el del sillón se frota el muslo derecho
cruje un aparador y se cae al piso la azucarera
el hombre del televisor sigue su discurso
pensé que en todo caso el noventa y nueve por ciento de la población mundial está conformada por hombres y mujeres grises empleados de correo bomberos taxistas colectiveros mecánicos ingenieros enfermeras médicos ferroviarios o amas de casa grises todos ellos y de una existencia gris hasta tanto no fuesen descubiertos por la opinión pública por escribir una novela por pintar un cuadro por bailar en televisión o por cometer un horrendo crimen
al hombrecito le sale un humo azul de la boca
hará frío allí?
el televisor se desplaza un poco hacia una de las paredes
el hombrecito muy enojado aumenta el volumen de su voz
fue entonces que a partir de esta extraña teoría de la luz nació la idea de realizar este programa que intentará mostrar pantallazos de vida y de pensamientos de gente común y corriente que pensamos merecen ser conocidos no queremos ser pretenciosos y plantearnos preguntas tales como quiénes somos o hacia dónde vamos o cuál es nuestra identidad porque en general esas preguntas no tienen respuestas y cuando las tienen suelen ser huecas y bastante torpes de todos modos suponemos que una buena forma de conocer a la sociedad en la que vivimos es a través de las pequeñas partes que la componen hombres y mujeres de hierro kristof kieslowski decía que cada hombre y cada mujer merecen que se filme una película exclusivamente sobre ellos hombres y mujeres grises versus hombres y mujeres de hierro y tal vez sea el color de este noble metal lo único en que se parecen
Silencio
vamos a presentar a nuestro primer invitado de este ciclo...
la cámara retrocede y aparece en pantalla un hombre
sentado frente al conductor
viste campera negra de cuero y tiene el cabello largo y desordenado
la cámara gira a su alrededor descubriendo su rostro y luego
se aleja hasta tomarlo de cuerpo entero
parece tranquilo frotándose el muslo derecho
mira fijamente al conductor del programa que permanece en silencio
de pronto el invitado saca una pistola de su campera negra
y sin inmutarse
frotándose aún su pierna
dispara con su mano libre dos tiros sobre el pecho del presentador
la escena es perfecta
nadie parece asombrase allí
ni los camarógrafos ni los iluminadores ni el productor
ni el director de cámaras ni nadie
si es que realmente hay alguien en ese lugar
el presentador cae fulminado de su silla
cubierto por los papeles que tenía en sus manos
como ayuda memoria de su gran discurso de presentación
y queda tirado sobre la alfombra azul
primer plano al chorro de sangre que brota de su pecho
el hombre de hierro se levanta
deja la pistola sobre la silla en la que estaba sentado
y se retira del estudio
se escucha una voz en off ordenando a los gritos
que no lo pierdan por nada del mundo
por nada del mundo
lo muestran irse a paso lento
arrastrando su pierna dolorida
de pronto
se da vuelta regresando sobre sus propios pasos
y encara a una de las cámaras
acerca su rostro a la lente
estampa un sonoro beso a toda la amable teleaudiencia
y se va
ya no queda mucho por mostrar
apenas dos sillas vacías y un hombre que se muere en público
la ventana a mis espaldas se mueve un poco
sigue lloviendo
disminuyo un poco el volumen del televisor y cambio de canal
aparecen en pantalla unas mariposas gigantes del África
rojas y negras
que
según informan
recorren miles y miles de kilómetros
enfrentando peligros inverosímiles
sólo por unas flores cuyo atractivo
escapa a nuestro entendimiento

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Hojas

ella se balancea en la hamaca y
por alguna razón caigo en la cuenta
de lo que me resta de vida
ella corta el aire en un semicírculo perfecto
se acelera su cuerpo y pierde el control por multiplicarse
la contemplo lo más sereno posible
luego de pensar que si mi vida es un partido de fútbol
de 90 minutos-años y lo divido en dos tiempos de 45
estoy jugando 3 minutos del segundo tiempo
y encima me están cagando a pelotazos
aunque me parece que el referí que es un hijo de mil putas
me expulsará de la cancha más o menos a los 20 de la segunda etapa
esperando al menos haber empatado el partido
ella me pide que me acerque
y lo hago
sin ganas
qué hacemos ahora me pregunta
lo que vos quieras mi amorcito
y pienso pero qué se yo qué carajo hacemos
por qué no me dejás de hinchar las pelotas
le digo con dulzura vamos a casa
hace frío
entonces
cuando nos íbamos me sentí un poco mejor
le apreté fuerte la mano
me agaché para ajustarle la bufanda y le di un beso
ella huele maravillosamente a lápices de colores y a chicle de banana
me dijo que mi barba le pinchaba
me sacó la lengua y salió corriendo toda vida
vení papá
vamos a pisar las hojas me gritó y allí
nos quedamos un rato largo
las hojas crujían bajo nuestros pies
y sentí como una caricia torpe
el torpe paso del tiempo

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Crímenes más dulces

no logro comprender a esos tipos
que exprimen y beben felicidad de las cosas más simples de la vida
esos tipos que uno puede encontrarse un lunes por la mañana
en la calle o en el trabajo y que sin previo aviso y sin que se lo pidas
te cuentan los insignificantes detalles de su fin de semana
con un placer tal que si uno pudiera como en un televisor
bajar el volúmen de su voz
para solamente ver sus gestos y sus movimientos
podría creer
que están relatando su ascenso al everest
o algo peor los observo y me pregunto
por qué yo mismo no he sido tan intensamente feliz como ese sujeto
si más o menos hemos sido protagonistas de las mismas trivialidades lo cierto es que nunca he podido sentir un verdadero placer
a través de las simples cosas
y como al común de los mortales
no le suceden grandes cosas diariamente
y yo no sólo soy uno de ellos sino el más común de todos
tal vez un poco especial de tan común
pues simplemente transcurro en mis días y en mis noches
esperando sin ansiedad alguna
que algo o alguien me cause un impacto verdadero y profundo
para ser uno más en esta falsa cadena
de valorización emocional de la sencillez
el sentimiento de extrañeza se agudiza cuando
después de compartir una jornada de ocio
con una persona de estas características
nos encontramos los dos con otro sujeto pobre tipo
que se interesa por nosotros y nos pregunta por cómo la pasamos
entonces cediéndole la palabra a mi compañero de aventuras
participo absorto al relato de una serie de hechos
tan complejos y maravillosos
como pueden serlo
una comida entre amigos
la íntima ceremonia de preparar el mate por la tarde
o el éxtasis que nos habría provocado
el hecho de ir a la plaza a tirarse sobre el pasto a tomar sol
y leer el diario del domingo
la vuelta a casa
una cena de sobras
una sencilla despedida
previa organización de otro increíble domingo a puro vértigo
un baño caliente
y un poco de televisión con las frazadas hasta la nariz
hasta quedarse
plácidamente dormido
yo
en silencio
escucho el relato
sintiéndome un perfecto idiota por no haber gozado otra vez
de esas cosas maravillosamente leves que me sucedieron
es más
si me hubiesen preguntado a mí por el dichoso fin de semana
les hubiese informado con cara de pocos amigos y tono lúgubre
que pasé un domingo de mierda
como siempre
si voy a la cancha necesito ver una goleada histórica
o al menos participar en una gresca descomunal
si voy a la playa necesito encontrar una orca empetrolada
muriéndose al sol
o cruzarme con cien ancianas corriendo desnudas por la arena
perseguidas por una manada de rinocerontes azules y pensándolo bien
tampoco así sentiría una verdadera
lo que se dice una verdadera emoción
esta característica de mi personalidad
que no me hace ni más ni menos desdichado que cualquiera
la he heredado de mi abuelo materno
lo recuerdo
sentado en su banquito de pino
contemplando con cínica mirada crítica
las expansiones emocionales de las personas que lo rodeaban
el hombre consideraba obsceno tanto el llanto como la risa fáciles
y ni hablar de esos a los que se les escapa la felicidad por los poros
los eternos satisfechos de la vida
a esos
los hubiese matado sin ninguna contemplación ni remordimiento
volviendo al punto
no es que me agrade la gente
que se pasa todo el tiempo lamentándose de su suerte
o aquellos personajes de gesto adusto y fiero
y trágica mirada de perro apaleado que te desprecian
porque gritás un gol
mientras ellos se lamentan
por las energías malgastadas en una cancha de fútbol
entiendo perfectamente
de qué se trata eso de gozar de los pequeños chispazos de felicidad
que te otorga la vida cuando se distrae
y te deja en paz por un momento
para hacerse imposible con otro pobre infeliz
simplemente quiero decir
que cuando llego al punto de pensar en un asesinato
me estoy refiriendo a esa categoría repugnante
de los completos
esa es la palabra
completos
una especie tan henchida de felicidad que se les nota en el cuerpo porque en realidad lo que me causa una verdadera repulsión
es la manifestación física de ese estado de felicidad
he notado
que de tanto gozo acumulado durante años
sin sufrir ninguna pérdida o derrame
(esta gente es impenetrable)
se les estira la piel del rostro
adquiriendo un brillo de globo
con sonrisa eterna y misericordiosa incluída
sus vocecitas tiemblan de emoción
y sus ojitos se inundan de brillantes y cinematográficas lagrimitas
a punto de desprenderse y derramarse siempre
pero nunca
porque
y este es el secreto
ellos
son concientes de su felicidad
ellos
saben que han logrado
lo que la mayoría de los mortales no lograremos nunca ni siquiera rozar
la ausencia total del vacío
el desalojo de la duda
la abolición del dolor y la melancolía
la desaparición absoluta del margen de error
a uno por uno
los mataría
todos los días
me cruzo con algún representante de esta repugnante especie
los huelo
los intuyo
me buscan
y todos los días
todos lo santos días
me hago un tiempito para imaginar
los crímenes más dulces
que me causan tanta felicidad
que tanto bien me hacen
mejor dicho

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Cuevas y rincones

sentados uno frente al otro
tomamos el café en silencio
un silencio perfecto
surgido del choque frontal de todas las palabras
este silencio de súplicas menos súplicas
de reproches menos reproches
de gritos menos gritos
este silencio que humea sobre las ruinas
de nuestras más bellas melodías
y nuestros más avergonzantes ruidos
un silencio incontrolable y desmesurado
miro a través de la ventana
luego la miro a ella de reojo la miro
el interior de una piedra enterrada
le pregunto
más café? y ella
me fulmina con su mirada
su prisión es más inexpugnable que la mía
un laberinto sin sentido ni lógica ni un centro
ella cree ser esa construcción
pero pobre mujer es apenas un ser desamparado
deambulando entre sus muros
ella cree ser buena y simple
no tener pliegues ocultos sincera tolerante
lo que se dice una pobre víctima
pero al fin y al cabo cada hombre
cada mujer merece ser apaleado al menos una vez en la vida
soy oscuro mentiroso retorcido y maligno
sus amigas me odian me temen y eso perras me agrada
cómo hacer para acercarme a esa mujer
deseo romperle el cuello y seguir bebiendo mi café
hay cosas que no se nombran no se tocan
no se pueden mirar
criaturas nacidas y crecidas
generación tras generación en las profundidades de una caverna
apenas se las alumbra con un rayo de luz
o toman contacto con el aire fresco del exterior
se deshacen en pedazos y estos pedazos en cenizas
lo mejor
es hacer lo siguiente
ahí les va un muy buen consejo
mantener a estos seres ocultos en sus túneles
húmedos estrechos negros
deformes pero vivos
sus huesos son frágiles como el cristal
su piel un manto finísimo a punto de
pulverizarse al primer contacto con el frío o el calor
sus ojos están sellados por la noche interminable
sus oídos estimados amigos sus oídos
explotarían al percibir el sonido más débil
sus gargantas
esas gargantas dios mío
sólo pueden emitir un silbido desolador
que te desgarra el alma
y te hace saltar las lágrimas a veinte centímetros de tu cara
no
no se los puede rescatar
no hay nada qué hacer por ellos
lo mejor creo es rodearlos
mirándolos disimuladamente
como quien no quiere la cosa
silbando bajito una canción de cuna por ejemplo
analizando el espacio que los rodea
el vacío que dejan apenas se arrastran
hacia otro rincón de la cueva
indescifrables
innombrables
intocables
mi bellísima mujer ni siquiera sabe que existen
entonces piensen un poco
puede saber ella cómo tratarlos?
cómo puede desear o planear su aniquilación?
me enloquece el hecho de tener que enfrentarme
solo mi alma con todo esto
cómo haré para curarme si estos tumores habitan en los dos?
tengo la certeza de que todo se acaba y no lo soporto
su estupidez su frialdad su ignorancia su terca ignorancia
me sacan de quicio
estamos juntos en plena caída y
y ni siquiera es capaz de una última mirada de comprensión
al menos
pienso
cuando examinen nuestros cuerpos aplastados contra la acera descubrirán en el mío algún gesto defensivo
me sentaré frente al televisor a ver un programa
cualquiera
un documental sobre animales
o un programa de artesanías para mujeres
habitadas por monstruos de papel maché
y ella me odiará aún más
esto es la vida
todo se derrumba a su alrededor y ella
sólo se preocupa por el polvo que se posa
sobre su delicado vestido de puntillas
al mediodía nuestra hija llega de la escuela
y apenas roza mi mejilla con un beso
sale corriendo en busca de su madre
se lanza en sus brazos y giran y giran
giran despidiéndome con su fuerza centrípeta
a un rincón
de la casa
y de sus vidas

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La mantita

es noche cerrada detrás de la ventanilla mugrienta y astillada
sin luces en el vagón todo es oscuridad y olores
alguien fuma allá adelante y me parece ver
en el resplandor de cada pitada
un rostro diferente
imagino una fila de sentenciados a muerte
pasando uno tras otro a darle una última bocanada
al último cigarrillo de sus vidas para luego saltar del tren en marcha
son las dos y media de la madrugada
y el tren me aleja
a toda velocidad
de mi casa
de mi mujer
de mis hijos
durante años conservé una mantita de estampado escocés
roja
azul y verde
con la que me arropaban mis padres
en aquellos viajes interminables a Buenos Aires o a Bariloche
protegido por mi manta
me sentía invencible apoyaba la cabeza en el regazo de mi madre
y ella
acariciaba mi pelo con sus finos y delicados dedos de maestra
mientras mi padre permanecía allí
tan distante
en su extraña y dolorosa imposibilidad de acercarse a nosotros
durante años conservé esa manta como un objeto sagrado
y recuerdo la desolación y la furia que sentí cuando mi mujer
en nuestra primera mudanza
perdió la caja en la yo había puesto mi manta
envolviendo mis libros favoritos
recuerdo lo cerca que estuve de asesinarla
recuerdo la sorpresa la angustia la desilusión
reflejados en su bello rostro infantil
el miedo que chirriaba en sus ojos
como aceite hirviendo
lo vi
yo lo vi
y ya nada volvió a ser igual
yo la hubiese matado con mis propias manos
ella hubiese muerto dándome la razón
y así fue
sin haber sido
en el andén la noche es cálida y quieta y se huele en el aire
un perfume a brea y a pasto recién cortado
camino entre viejas y sólidas casas
construídas con materiales confiables y nobles
por gente de lenta y decantada sabiduría
de ancestrales y austeros gustos estéticos
incorruptibles por la envidia y la competencia
el silencio de la noche es tan intenso tan desgarrador
que siento el deseo de estar del otro lado de esas paredes milenarias
sentarme en un antiguo y fuerte sillón de agrietado cuero
acariciar y admirar la delicada perfección
de un objeto de madera y metal
escuchar en la soledad del cuarto
los pasos en la vereda de un hombre solo

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Pasos y luces

hotel Casablanca
paraná entre jujuy y pampa
con esta resaca y diez pesos en el bolsillo el panorama es desalentador
decido bajar y tomar algo por ahí
dios proveerá pienso
mi abuelo decía: ¨Dinero perdido, nada pedido. Dignidad perdida, mucho perdido. Coraje perdido, todo perdido¨.
bar diario página 54 información general
la foto me recuerda el episodio de ayer
camino sin rumbo fumando un Particulares 30
me pasa corriendo un tipo de campera verde militar
y zapatillas con unas pequeñas luces en los talones
que se encienden y se apagan cada vez que el hombre da un paso
apoya el talón en el piso y se encienden las luces
levanta el talón y se apagan
cuándo comienza y cuándo termina un paso?
podría asegurar ahora que un paso comienza
cuando se apagan las luces y termina cuando se encienden
pienso que solo un imbécil puede usar ese tipo de zapatillas
el hombre de las zapatillas luminosas
se mete por un largo pasillo de una casa de departamentos
lo miro alejarse y perderse en la oscuridad
pero las pequeñas luces en sus pies que se encienden y se apagan
lo delatan a cada paso
sigo andando y me detengo frente a la vidriera de una ferretería
me gustan las herramientas
sus brillos de metal
el sonido que provocan
sus formas pensadas y diseñadas para recibir la mano de un hombre
ingreso al local y me invade un olor a metal pintado que me recuerda al de los juguetes que me regalaban cuando era niño
en Navidad o en Reyes
a pesar de una leve nostalgia
ese pequeño mundo de objetos útiles y exactos
me mejora notablemente el ánimo
detrás del mostrador
un anciano diminuto metido a la fuerza en un delantal azul
me pregunta con cara de pocos amigos que qué necesito
y le respondo que nada que no necesito nada
acercándolo un poco más a su propia muerte
le doy la espalda
y me acerco al panel de herramientas exhibidas en la vidriera
me llama la atención una pinza de cortar metales con su mango amarillo y sus hojas finamente dentadas
excelente material
un gran mecanismo
la lluvia pega en el vidrio y las gotas reflejan su caída
en los cromados de cada pieza haciéndolas palpitar
se escucha una frenada y luego un golpe seco
como el que producirían dos grandes bolsas de cemento
si chocaran entre sí por alguna razón
antes de levantar la mirada siento cómo una sombra
cruza el ventanal de la ferretería
algo así como un gran papel arrojado por un viento furioso
alguien grita allá afuera
el pequeño ferretero sale corriendo a la vereda
y entonces aprovecho para meterme la pinza amarilla de cortar metales en el bolsillo interno de mi campera
salgo y veo a un grupo de personas
varios metros a mi izquierda rodeando un bulto verde
tirado sobre el asfalto mojado
un gordo de barba candado y de uniforme azul se baja de un camión
no lo ví dice
no lo ví
no sé de dónde salió esa moto dice
y una mujer de cabello teñido de un rojo muy intenso pide a los gritos un semáforo en esa esquina
ahora
en este mismo momento
mi pinza amarilla de cortar metales
sigue en el bolsillo interno de mi campera
y me alejo del lugar
hoy
en esta página 54 del diario información general
esta foto tomada al ras del piso muestra un cuerpo
cubierto hasta las rodillas por un nylon blanco
dejando ver una extrañas zapatillas azules con luces
encendidas en los talones
sin dudas una buena foto
el cuerpo está tirado sobre una senda peatonal
las líneas blancas que pasan por debajo del cuerpo y de una moto
con la rueda delantera retorcida formando un ocho
se pierden en el punto de fuga del cuadro
coincidiendo con la F de la palabra Ferretería
pintada en el frente de un negocio
en el último plano de la fotografía
un grupo de gente rodea la escena en un semicírculo perfecto
entre ellos un anciano diminuto
sin una pinza amarilla de cortar metales
una ambulancia
lluvia
miedo
desolación
alivio
debajo de la foto se informa
un hombre joven no identificado aún que circulaba en un ciclomotor por la calle monteagudo casi castelli
murió en el acto al ser atropellado por un camión
de una empresa de transporte de caudales
el chofer quedó detenido
tomo un sorbo de café con leche y sigo leyendo otras noticias
parece que un grupo de trabajadores ferroviarios de Roma
mientras realizaban unas excavaciones
hallaron inscripciones de tumbas
urnas funerarias
restos de osamenta de lo que podría ser un cementerio del siglo II
el diario también informa que el sindicato de conductores de taxis
le propuso al gobierno de la ciudad
el control por satélites de los vehículos
para mayor seguridad de los pasajeros
de los propios taxistas
y del mundo entero
pienso en mi pinza amarilla de cortar metales
en el cajón de mi mesa de luz
en la habitación de ese hotel
cuándo comienza un paso y cuándo termina?

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Seis cuarenta y cinco

seis cuarenta y cinco
una multitud desciende de los trenes suburbanos
miles y miles son un solo gusano memorioso
arrastrándose por los andenes dejando tras de sí
una estela de baba fosforescente
me ato los zapatos despliego mi propia bruma portátil
levanto las solapas del impermeable enciendo un cigarrillo
patino sobre la baba rumbo a la salida
y decido que me gustan mucho las mujeres de esta ciudad
recuerdo mis llegadas a buenos aires desde el sur
cuando era un niño o cuando estaba dejando de serlo
el tren se metía en la ciudad por sobre los techos
seis treinta
la mañana se abatía
y yo miraba desde mi ventanilla a las chicas rumbo a sus colegios
solas o en grupos pequeños decididas y altaneras
por las calles de mágicos nombres
seis treinta y cinco algunas esperaban un colectivo
detrás del escudo de sus libros
apretando frotando sus pechos de bruma
dormidas aburridas soberbias robotizadas
pálidas inalcanzables
misteriosas muchachas de la ciudad de la furia
seis treinta y ocho
seis treinta y nueve
desde mi cambiante posición privilegiada
las atrapaba por unos segundos
en cada calle cada esquina
hasta en sus patios los zaguanes los baños las camas
guardapolvos blancos uniformes azules rojos grises
las enhebraba una a una como perlas
profundas en un hilo debilucho inexperto miedoso
que se cortaba siempre seis cuarenta y uno
seis cuarenta y dos
entrando a la estación
y rodaban a mis pies
ellas entre los puchos las migas las cáscaras el diario la yerba
en ocasiones
cuando conozco a una mujer de esta especie
pregunto siempre
a qué colegio iba señora?
iba de mañana o de tarde?
con que de mañana muy bien
recuerda a qué hora salía usted rumbo al colegio?
y dígame
cuando caminaba por las calles
o esperaba el colectivo
o a su padre mientras sacaba el auto del garage
alguna vez se cruzó con el tren que venía desde el sur?
alguna vez miró usted hacia el tren que venía desde el sur?
me refiero al tren de las seis cuarenta y cinco
ese tren
me pregunto
se habrán cruzado nuestras miradas
usted ahí y yo aquí
en el tren que llega desde el sur?
pobres
me miran sorprendidas o asustadas
o esperanzadas quién sabe
nunca enojadas
se ríen yéndose
o se quedan riéndose
y en este caso
sólo puede uno cambiar de tema
para llevarlas con urgencia a la cama
y creer que sí
que esa mujer esperaba todas las mañanas
cruzarse con el tren que llegaba desde el sur
mi tren de las seis cuarenta y cinco

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Qué pretende usted de mí?

Qué pretende usted de mí? Qué tango anda buscando?
Qué cantor está esperando, qué historias quiere escuchar?
Esas de nunca acabar o de final prematuro?
Las de blandos, las de duros, tango botón, de consejo,
Tango raro, tango viejo o berreta de tan puro?

Y es que así como me ven de traje y a la gomina
No se engañen, me fascinan los travestis y las putas,
Los crímenes en las rutas y el sexo con animales,
Los incendios forestales, los delirios de la merca,
La crónica bien de cerca, la mugre en los arrabales.

Pero también muchas veces soy cool y desprejuiciado,
Y agarro para un costado metafísico, impalpable,
Un equilibrio inestable hace que el mundo me invada,
Siento mi mente elevada, mi alma divina y etérea,
Mi poesía es cosa seria cuando me inspira la nada…

Por eso estoy preparado para todos los pedidos,
Para los tangos vencidos tengo un peluquín guardado
Y un disfraz de reventado si es neotango sin fé.
Soy rebelde de café y alternativo sin tregua,
Con un piercing en la lengua y un tatuaje de Lou Reed.

Porque… ironías aparte, complacer...no puedo...ni me interesa.
Tengo dos o tres certezas pero ninguna es canción,
Aquí desde este rincón, mientras observo la fiesta,
Las luces, la mesa puesta, anfitriones e invitados
Mirándose de costado...

Yo sigo cantando una pequeña, muy pequeña canción de amor… para vos…

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