Crímenes más dulces

no logro comprender a esos tipos
que exprimen y beben felicidad de las cosas más simples de la vida
esos tipos que uno puede encontrarse un lunes por la mañana
en la calle o en el trabajo y que sin previo aviso y sin que se lo pidas
te cuentan los insignificantes detalles de su fin de semana
con un placer tal que si uno pudiera como en un televisor
bajar el volúmen de su voz
para solamente ver sus gestos y sus movimientos
podría creer
que están relatando su ascenso al everest
o algo peor los observo y me pregunto
por qué yo mismo no he sido tan intensamente feliz como ese sujeto
si más o menos hemos sido protagonistas de las mismas trivialidades lo cierto es que nunca he podido sentir un verdadero placer
a través de las simples cosas
y como al común de los mortales
no le suceden grandes cosas diariamente
y yo no sólo soy uno de ellos sino el más común de todos
tal vez un poco especial de tan común
pues simplemente transcurro en mis días y en mis noches
esperando sin ansiedad alguna
que algo o alguien me cause un impacto verdadero y profundo
para ser uno más en esta falsa cadena
de valorización emocional de la sencillez
el sentimiento de extrañeza se agudiza cuando
después de compartir una jornada de ocio
con una persona de estas características
nos encontramos los dos con otro sujeto pobre tipo
que se interesa por nosotros y nos pregunta por cómo la pasamos
entonces cediéndole la palabra a mi compañero de aventuras
participo absorto al relato de una serie de hechos
tan complejos y maravillosos
como pueden serlo
una comida entre amigos
la íntima ceremonia de preparar el mate por la tarde
o el éxtasis que nos habría provocado
el hecho de ir a la plaza a tirarse sobre el pasto a tomar sol
y leer el diario del domingo
la vuelta a casa
una cena de sobras
una sencilla despedida
previa organización de otro increíble domingo a puro vértigo
un baño caliente
y un poco de televisión con las frazadas hasta la nariz
hasta quedarse
plácidamente dormido
yo
en silencio
escucho el relato
sintiéndome un perfecto idiota por no haber gozado otra vez
de esas cosas maravillosamente leves que me sucedieron
es más
si me hubiesen preguntado a mí por el dichoso fin de semana
les hubiese informado con cara de pocos amigos y tono lúgubre
que pasé un domingo de mierda
como siempre
si voy a la cancha necesito ver una goleada histórica
o al menos participar en una gresca descomunal
si voy a la playa necesito encontrar una orca empetrolada
muriéndose al sol
o cruzarme con cien ancianas corriendo desnudas por la arena
perseguidas por una manada de rinocerontes azules y pensándolo bien
tampoco así sentiría una verdadera
lo que se dice una verdadera emoción
esta característica de mi personalidad
que no me hace ni más ni menos desdichado que cualquiera
la he heredado de mi abuelo materno
lo recuerdo
sentado en su banquito de pino
contemplando con cínica mirada crítica
las expansiones emocionales de las personas que lo rodeaban
el hombre consideraba obsceno tanto el llanto como la risa fáciles
y ni hablar de esos a los que se les escapa la felicidad por los poros
los eternos satisfechos de la vida
a esos
los hubiese matado sin ninguna contemplación ni remordimiento
volviendo al punto
no es que me agrade la gente
que se pasa todo el tiempo lamentándose de su suerte
o aquellos personajes de gesto adusto y fiero
y trágica mirada de perro apaleado que te desprecian
porque gritás un gol
mientras ellos se lamentan
por las energías malgastadas en una cancha de fútbol
entiendo perfectamente
de qué se trata eso de gozar de los pequeños chispazos de felicidad
que te otorga la vida cuando se distrae
y te deja en paz por un momento
para hacerse imposible con otro pobre infeliz
simplemente quiero decir
que cuando llego al punto de pensar en un asesinato
me estoy refiriendo a esa categoría repugnante
de los completos
esa es la palabra
completos
una especie tan henchida de felicidad que se les nota en el cuerpo porque en realidad lo que me causa una verdadera repulsión
es la manifestación física de ese estado de felicidad
he notado
que de tanto gozo acumulado durante años
sin sufrir ninguna pérdida o derrame
(esta gente es impenetrable)
se les estira la piel del rostro
adquiriendo un brillo de globo
con sonrisa eterna y misericordiosa incluída
sus vocecitas tiemblan de emoción
y sus ojitos se inundan de brillantes y cinematográficas lagrimitas
a punto de desprenderse y derramarse siempre
pero nunca
porque
y este es el secreto
ellos
son concientes de su felicidad
ellos
saben que han logrado
lo que la mayoría de los mortales no lograremos nunca ni siquiera rozar
la ausencia total del vacío
el desalojo de la duda
la abolición del dolor y la melancolía
la desaparición absoluta del margen de error
a uno por uno
los mataría
todos los días
me cruzo con algún representante de esta repugnante especie
los huelo
los intuyo
me buscan
y todos los días
todos lo santos días
me hago un tiempito para imaginar
los crímenes más dulces
que me causan tanta felicidad
que tanto bien me hacen
mejor dicho

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